YOSHI O EL CONTE EXPLICAT A CAU D’ORELLA

(Yoshi Hioki a Cardedeu)

 

IMG_2952[1]Ahir va ser el gran dia! Per primer cop, Cardedeu participava dins el Festival de Narració Oral Munt de Mots amb una sessió de contes per a adults gràcies a la col·laboració del bar Pla de la Calma i, per primer cop, teníem a casa nostra en Yoshi Hioki, tot un honor.

Feia setmanes que l’acte s’anava preparant i tothom sap que per difondre un esdeveniment la millor xarxa social és la de la paraula que s’entrega mirant als ulls a la persona amb qui parles i li transmets tot el que té de bo assistir a una sessió de contes. Així que feia setmanes, dic, que el boca-orella ja estava en marxa i la sessió de contes eròtics que ens va oferir en Yoshi s’esperava amb ganes.

Tant en Dani, l’amo del bar, com els treballadors van col·laborar perquè l’espai, la llum, el menjar a oferir… tot estigués cuidat i no hi faltés de res.
En aquest ambient íntim, càlid, pròxim… en Yoshi va anar despertant-nos les orelles i altres sentits amb històries que suggerien imaginar-nos un món ple de subtileses.

Des del joc que va del xiuxiueig a la paraula contundent, ens va delectar amb cada un dels contes.  N’hi va haver espai per a tot: per escoltar sentint cada corba melòdica com qui puja i baixa en la respiració d’un altre; per somriure i riure amb el joc de contrastos, amb les ironies… per quedar-nos bocabadats  amb els wakas cantats en japonès i tan ben interpretats… En Yoshi ahir ens va donar una lliçó de sensibilitat oriental que, portada a la narració oral, era com si ens estigués explicant un conte a cau d’orella.

Amb una sala plena a vessar, en Yoshi es va acomiadar amb un últim waka i aleshores es va fer aquell silenci tan ple del final dels contes en què sents que toques l’infinit. I jo crec que una mica, o bastant, sí que el vam tocar.

 

Alicia Molina

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Concierto y Desconcierto: Sorpresa!

(Inauguración del Festival en Luz de Gas)

10417750193_8d5c5c98f9_cResultó que la Sala Luz de Gas era un lugar perfecto para la inauguración de algún festival de cuentacuentos… Y Munt de Mots lo sabía, porque se aprovechó de la calidez elegante de este “teatro con un bar adentro” (como lo calificó el cuentacuentos gallego Quico Cadaval), para hacer posible un evento fuera de lo común.

Primero fue el inusual concierto.

La puerta se abrió puntualmnte a las 20:00h, y al entrar nos pudimos topar con la inmensa sala que, sin embargo, logra ser lo suficientemente pequeña para ser acogedora (pareciera hacerse más pequeña mientras avanza la noche). Y en escena, como si hiciera años que estuvieran allí, expertos, resueltos, profesionales, un grupo de niños y niñas, jóvenes y profesores del Centro de Estudios Musicales María Grever, de Parets del Vallès, haciendo música a raudales, con guiños al pop, al jazz y a la canción de autor (luego supe que una de las canciones que cantó una niña, era de ella! Ya podía haberlo dicho el Festival! Una cantautora estaba naciendo). Muy desenvueltos y carismáticos todos.

A las 20:35h, entró a escena Raquel de Manuel Mur (tampoco estaba su nombre en el programa… quizás su participación se concretó recientemente, porque la vi con un bebé entre bambalinas!) y con un saber hacer y una gracia natural que la hicieron muy carcana al público, presentó a la banda y dio paso a las palabras del director del festival (afortunadamente, no dio un discurso formal y fue breve).

Entonces comenzó para mí el desconcierto.

Los cuentacuentos, uno a uno, comenzaron a construir con sus palabras unos lugares, unos seres, unas situaciones que (esto puedo jurarlo) no existían antes de que ellos salieran a escena..! Era desconcertante ver cómo poblaban el escenario, antes vacío, con toda clase de creaciones, para luego dejarlo vacío de nuevo; listo para que el siguiente cuentacuentos lo “usara” para crear su mundo.

Yo no había visto nunca cuentacuentos para adultos. Casi fui engañado y arrastrado por una buena (ahora lo sé) amiga mía. Y creo que aún estoy desconcertado ante el concierto de músicas y cuentos creativos que vi en la inauguración de Festival Munt de Mots.

Ya volveré a ver cuentos para adultos, quizás durante el festival, quizás la semana que viene, pero lo haré, porque quiero salir de mi sorpresa: quiero saber cómo es posible lo imposible!

 

José Luis Gómez Armengol

 

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Lilli Story o el Arte del Susurro.
(Harlem Jazz Club, 19 de octubre)

 

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Tenía muchas ganas de ver a Lilli Story. No sólo por su fama de excelente narradora sino también por la expectativa que suponía el reto de oír contar en “spaninglis”, ese idioma que a pesar de nacer de dos lenguas nunca se convierte en bífido y que, al contrario de lo que pudiera parecer, adquiere tintes de crecimiento que a veces se convierten en geniales, como esas “pantalatekas” que le iba a bajar el lobo a la Caperucita más actualizada de la historia de los cuentos, convertida en esta versión en una mujer segura de sí misma que tenía bien clarito lo que quería. O en ese Skolandia al incio del cuento de la gente foca. Sea en el idioma que fuere, Lilli se nos ha metido en el bolsillo. Ha sido como si el cuento nos fuera dado, contado, no sólo con  palabras sino de alguna manera extraña que conectara cerebro con cerebro, una comunicación que exigía máxima concentración porque la voz de Lilli era un susurro cálido y dulce que nos arropaba. Y a la vez Lilli es una narradora fuerte que llena el escenario con aplomo, igual que las mujeres de sus cuentos. Para los que entendemos inglés hemos tenido la gran suerte de disfrutar enormemente de la plenitud de Lilli en el cuento de la tía Miserias, y para los que no entendemos inglés, también, porque las manos de Lilli nos hablaban de pájaros y de árboles y sus tonos nos delataban las tramas de los niños y las piedras rompiendo cristales. Lilli me ha gustado en el Harlem con sus susurros porque siempre se nota cuando alguien está confortable en su piel.

 

Calsina Piqué.

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Samuel Mountmounjou o el Arte de la Sabiduría.

 

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A veces el azar nos proporciona unas coincidencias que hacen pensar que las casualidades no existen y que todo está mucho más conectado de lo que podríamos llegar a imaginar. Cómo sino  explicar que Samuel Mountmounjou haya iniciado su participación dentro del Munt de Mots en el Centre Cívic Font de la Guatlla , un cálido lugar  a los pies de Montjuich donde el nombre del centro  ya nos habla de un pajarito que bebe agua  y en donde muchas de sus calles tienen nombres de flor. Un lugar de Barcelona que hace  pared con la montaña y quizás sea por eso, que las historias que tienen que ver con la tierra, sea cual sea ella, le sientan tan bien.

Hahula Lula! Le hemos pedido una y otra vez a Samuel que parecía un príncipe detrás de sus palabras. Si a alguien le queda alguna duda acerca del poder de los cuentos les diré que presiento que con sólo cinco de ellos Samuel nos ha hecho hoy mejores personas. Porque eran cuentos estupendos. De una sencillez exquisita, de una naturalidad apabullante, de una lógica que engarza con lo que debería haber dentro del alma humana, porque un ser humano nunca es una carga pesada, algo tan sencillo y que a veces olvidamos. Con sus cuentos de Mali, Mozambique y Malawi  nos ha hecho llegar el latido de África, ese lugar del mundo en el que los ancianos son bibliotecas y no sienten la soledad como los nuestros.

La potencia de este narrador es tremenda, su voz es  poderosa y a la vez capaz de enternecer al nombrar  al “ratoncillo” en su  rincón,  este narrador llena la escena de algo tan importante para contar cuentos como lo es la verosimilitud, porque Samuel nos habla con bondad y al así hacerlo -de esa manera- nos creemos sus cuentos y la verdad que en ellos hay y que me atrevería a decir que es universal. A Samuel Mountmounjou, quedándole mucho para llegar a  anciano, ya ostenta la categoría de sabio. No se lo pierdan.

 

Calsina Piqué

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Susana Tornero y Yerko Fuenzalida o el Arte de la Asociación.

 

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Otra vez la moqueta roja, los dorados de los metales, los brillos de las maderas, los instrumentos dentro de sus jaulas de cristal…El Museo de la Música es una de las sesiones más solemnes del Festival. Todo lo que hay alrededor te hace consciente de que allí estas pisando sagrado. Me gusta pensar que los trombones, flautas traveseras, guitarras, pianos, clavicémbalos, laúdes, mandolinas, clavicordios y demás primos hermanos, aguardan cada año la llegada de Munt de Mots a su templo. Antes de empezar la sesión, cuando el público aún no había acabado de sentarse y Yerko estaba, tan sólo, dándole sus últimos toques a la kora, la gente se calló para oírlo afinar, hasta una señora guardó delicadamente su precioso abanico rosa para que ni una minúscula ráfaga de aire pudiera descontrolar la vibración de los acordes emitidos. Palabra y música se dan la mano en esta sesión. Un idioma extinguido, el sabir, y un instrumento a su vez extinto, la lira clásica. Otra unión. Una presentación delicada, relajada, donde Susana nos hizo cocinar una sopa, ver el agujero que dejó en las escaleras Taborko el ogro, ir y volver del puente de Praga tras el sueño de un tesoro, salvar la vida para enseñar a un elefante el turco, construyó la barca del Cigronet que navegaba por el mar y por la tierra, y la mujer lobo que se quedó sin su piel. Muchos cuentos, nueve creo que conté con los dedos y sin ábaco. Todos acompañados por la música de la kora que parecía las tapas que abrían y cerraban el cuento, a veces dándole significados a las acciones, complementándolos otras, e incluso adquiriendo el papel protagónico, como en el encantador cuento del monje en la montaña que se queda extasiado oyendo cantar a un pájaro. Se detuvo el tiempo también para nosotros oyendo los sonidos del instrumento de veintiuna cuerdas que se agrupan en series de siete para representar los tres momentos de la vida. ¿Adivinan? Pasado, Presente, Futuro.

 

Calsina Piqué.

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